Todo lo que ocurre tiene un propósito específico y significativo en todos los niveles de la realidad. En este juego de libertad hay involucradas muchas capas de intenciones y muchas realidades diferentes están entrelazadas. La gente de la Tierra está pasando por una profunda y necesaria transformación de conciencia para despertar y poder conseguir una nueva comprensión de la vida. Llamar a los retos de la vida juego puede sonar frívolo; no obstante, en un juego hay por norma general, reglas, metas y actores. Desde nuestra perspectiva, la existencia es el juego más importante. En la Tierra estamos aprendiendo colectivamente que el mundo físico en realidad no es sólido ni aislado ni existe por sí mismo; toda existencia está interrelacionada, conectada a todos los niveles, además de ser conscientemente inteligente y completamente asequible para cualquiera. El viejo dicho «conócete a ti mismo» es una instrucción atemporal, sutilmente sencilla, que nos encamina hacia una mayor comprensión de nuestra relación con la realidad. La realidad de la tercera dimensión es una parte inherente de la gran red de la existencia y, que a su vez, está llena de conexiones y significados que sostienen continuamente todo aquello con lo que nos encontramos y creamos en el mundo físico, tanto en un estado de ensoñación como en las realidades más allá de nuestra percepción actual. Para conocernos a nosotros mismos, tenemos que penetrar profundamente en esa red.
La fe es un acto de confianza, y encomendarnos a la bondad del universo focaliza nuestra atención en el florecimiento de nuestra vida. La bondad es un estado o un territorio de la conciencia, no es un lugar adonde huir de los aspectos menos agradables de la vida. Con el reconocimiento de un poder y una inteligencia superior bondadosa, incluso en los llamados aspectos negativos y no deseados, se puede ver un propósito superior. Cuando ampliamos nuestros pensamientos y nos preguntamos por qué cambiamos el curso de nuestra realidad; cuando nos preocupamos por iluminar y vivificar nuestra mente, una miríada de conexiones con capas de significados sutiles comienzan a desplegarse en nuestras vidas.
Unos medios de comunicación corruptos y controlados han ido dirigiendo la atención de las masas y han informado monótonamente sobre un estado de caos controlado.
Unos medios de comunicación corruptos y controlados han ido dirigiendo la atención de las masas y han informado monótonamente sobre un estado de caos controlado.
Nos encontramos con la vida, gracias a la atención que prestamos, y probablemente recordamos que se nos ha dicho innumerables veces «presta atención» a una u otra cosa. La atención es una toma de conciencia, consideración y conciencia alerta. Nuestra atención es energía. Tenemos la libertad de dirigir la atención donde querrámos, de desarrollar o ignorar nuestra atención; nosotros elegimos. Para conocernos a nosotros mismos, tenemos que saber manejar nuestra atención, debemos aprender a valorarla y a apreciarla y, lo que es más importante aún, tenemos que aprender cómo usarla adecuadamente. Durante muchas décadas, unos medios de comunicación corruptos y controlados han ido dirigiendo la atención de las masas y han informado monótonamente sobre un estado de caos controlado que se ha pensado y puesto en escena para producir confusión mental y cansancio. La monotonía insistente de información de eventos catastróficos y traumáticos, con imágenes de desespero y destrucción, e implantada repetidamente en la mente de los espectadores, crea un estado de ansiedad que, en realidad, no es otra cosa que una guerra psicológica. Las autoridades juegan con la verdad, con verdades a medias, con engaños y mentiras para situarnos en un lugar de impotencia y que seamos conscientes de que no tiene sentido hacer nada (esto se llama ahora «las» noticias, que pueden gobernar nuestras vidas).
Cuando millones de personas focalizan su atención en las mismas palabras, las mismas imágenes y las mismas descripciones, se genera una tremenda cantidad de energía y se crean inmensas formas de pensamiento. Las formas de pensamiento son heliografías vibracionales que contienen instrucciones para manifestarse en la realidad. Los medios de comunicación captan nuestra atención y luego programan nuestra imaginación, es decir, básicamente acaban con nuestro empuje creativo para manifestar nuestra propia realidad, al igual que nuestros propios deseos de conocernos a nosotros mismos. Se nos ha condicionado a creer que todo lo que necesitamos saber se puede encontrar en el maravilloso mundo de las cajas electrónicas, con su contenido de información y entretenimiento. Cuando «las noticias» se evitan, se dirigen hacia un continuo mensaje de guerra, se crea un estado de desespero y una sensación de impotencia. Se produce una parálisis de poder y nos acabamos convenciendo de que la única realidad es la que describen y ordenan las autoridades de la caja. La realidad la creamos y producimos cada uno de nosotros, y aquellos que intentan controlar el mundo han guardado muy bien el conocimiento de ese secreto.
Nuestra imaginación es una herramienta perfecta que no tiene precio y nos sirve para desarrollarnos y dirigir nuestra atención hacia aquello que queremos obtener en esta vida. En la imaginación, todos los pensamientos son reales. Como sencillo ejercicio para recuperar nuestro poder, imaginemos que estamos sentados cómodamente en un viejo banco de piedra en un entorno pastoril y bucólico. El ciclo está brillante, es de un profundo azul celeste; el sol brilla a lo lejos en el horizonte; no hay nadie y nos sentimos seguros y a salvo y muy felices. Con un profundo suspiro de regocijo cerremos los ojos y nos relajamos. Este momento es nuestro y sólo nuestro para disfrutar de esta paz gozosa. Todas las preocupaciones e inquietudes desaparecen de la mente y nos sentimos frescos y como nuevos, como la Tierra después de una cálida lluvia de verano. Los rayos del sol nos saludan como si fuéramos un viejo y conocido amigo y nos ofrecen un suave calor que invade nuestro cuerpo. Nuestra respiración es regular y profunda. El delicioso perfume y los sonidos de la naturaleza acarician nuestras células produciendo una sensación de familiaridad que va más allá del tiempo. Estamos libres para entregarnos al ritmo de la profunda relajación y a todo lo que nos ofrece este momento. Mientras que el cuerpo está cada vez más relajado, la atención es libre para pasear por un nuevo campo de juego de la mente.
Nuestra imaginación es una herramienta perfecta que no tiene precio y nos sirve para desarrollarnos y dirigir nuestra atención hacia aquello que queremos obtener en esta vida. En la imaginación, todos los pensamientos son reales. Como sencillo ejercicio para recuperar nuestro poder, imaginemos que estamos sentados cómodamente en un viejo banco de piedra en un entorno pastoril y bucólico. El ciclo está brillante, es de un profundo azul celeste; el sol brilla a lo lejos en el horizonte; no hay nadie y nos sentimos seguros y a salvo y muy felices. Con un profundo suspiro de regocijo cerremos los ojos y nos relajamos. Este momento es nuestro y sólo nuestro para disfrutar de esta paz gozosa. Todas las preocupaciones e inquietudes desaparecen de la mente y nos sentimos frescos y como nuevos, como la Tierra después de una cálida lluvia de verano. Los rayos del sol nos saludan como si fuéramos un viejo y conocido amigo y nos ofrecen un suave calor que invade nuestro cuerpo. Nuestra respiración es regular y profunda. El delicioso perfume y los sonidos de la naturaleza acarician nuestras células produciendo una sensación de familiaridad que va más allá del tiempo. Estamos libres para entregarnos al ritmo de la profunda relajación y a todo lo que nos ofrece este momento. Mientras que el cuerpo está cada vez más relajado, la atención es libre para pasear por un nuevo campo de juego de la mente.
Escuchemos con el oído izquierdo, abarcando lo máximo posible, todo el entorno campestre y luego hacemos lo mismo con nuestro oído derecho. Alternamos la escucha de izquierda a derecha; con el oído izquierdo y después con el oído derecho. Más tarde escuchamos con ambos oídos, para encontrar ese equilibrio acústico en el centro de la cabeza. Observamos cómo las células de nuestro cuerpo están ocupadas en absorber esa energía que embellece la vida, la energía del sol.
Ahora prestamos atención y entramos en una de las células para observar mejor lo que está sucediendo en su interior. Advertimos cómo los componentes de la célula responden a la luz natural y observamos la relación entre el espacio y la materia. Si hay zonas en la célula donde no llega la luz utilizamos un suave trozo de seda dorada para limpiar la zona con cariño. Cuando la célula esté completamente limpia, enviamos un mensaje a todas las células de nuestro cuerpo y les pedimos que se alineen y se sumen a la limpieza que acabamos de efectuar. Escuchamos cuidadosamente la respuesta a nuestra petición. Sentimos las células bailando de alegría mientras absorben por completo y se bañan en los rayos vitales del sol. Cuando podamos sentir la vitalidad y efervescencia de nuestras células, enviamos amor desde nuestro corazón a todos los recovecos y escondrijos de nuestro cuerpo. Nos relajamos mientras sentimos claramente el aumento de amor y gran aprecio por quienes de verdad somos.
Ahora imaginamos cómo esta energía de fuerza vital brota de las células de nuestro cuerpo y se mezcla con las energías de la Tierra. Imaginamos que llevamos con nosotros esta energía y este estado de conciencia sea a donde sea que vayamos. Juguemos con esta energía y la dirigimos hacia la versión de la realidad que nos gustaría experimentar. Debemos ser sensatos y generosos con nuestras posibilidades y regalárselas a nuestra mente.
Volvemos a centrarnos en la respiración para asegurarnos que sigue siendo estable y profunda, y sentimos el calor del banco de piedra en el cual estamos sentados. Antes de abrir los ojos, dirijamos nuestra atención y nuestra conciencia alerta durante unos minutos justo detrás de los párpados y sentimos cómo el poder del sol penetra profundamente en nuestro cuerpo. Respiramos unas cuantas veces profundamente e imaginamos que acabámos de volver de un viaje maravilloso. Cuando abramos los ojos, debemos darnos cuenta de que el sol está brillando con un nuevo esplendor.
Podemos crear en nuestra mente un lugar de poder y de paz en cualquier momento que querramos, ya que nuestra imaginación está siempre esperando nuestra llamada y nuestras indicaciones. Muchas culturas antiguas sabían que los rayos del sol portan códigos de un lenguaje de luz que transmite información directamente a la mente, que influencia y afecta a todos con una sutil corriente de inteligencia cósmica. Se creía que los rayos del sol nutrían y sustentaban el mundo, al mismo tiempo que ampliaban la mente y la conciencia alerta para integrar nuevas comprensiones. La gente sabía que la mente es una herramienta para navegar por las realidades.
Es esencial entender que los eventos que están teniendo lugar en nuestro mundo no son un resultado aleatorio y sin sentido.
La oportunidad de despertar y desarrollarse con una conciencia atenta siempre está disponible y tan sólo espera nuestra atención. Cada momento está lleno de vitalidad y colmado con la presencia de la inteligencia cósmica. Observar y considerar una situación desde diversas perspectivas amplía el horizonte de experiencia y comprensión, de la misma manera que visitar Egipto para explorar la gran pirámide en persona es mucho más atractivo y significativo que simplemente ver una fotografía. Desde cierta perspectiva se puede decir que el incremento de tumulto y caos en el mundo puede atribuirse a una reciente aceleración de un plan secreto y diseñado a largo plazo para controlar el mundo mediante el modelado y la manipulación de la mente humana. No obstante, al igual que una fotografía, este punto de vista no es más que una instantánea que ha captado una cámara de determinado «marco de la realidad» dejando claro en todo momento que la existencia es mucho más que esto. Múltiples puntos de vista convergen debido a un propósito colectivo, y las intenciones y experiencias de todos los participantes, tanto físicos como no físicos, deben tenerse en cuenta cuando se abordan el «porque y el para qué» del mundo actual. Planes dentro de planes y a su vez dentro de otros planes tejen la red de intrigantes posibilidades a lo largo de todo este período de transformación. Situaciones y gente que parecen limitar y controlar nuestra realidad pueden servir a muchos propósitos. Todo depende de nuestra interpretación y nuestro punto de vista.
Una disponibilidad para considerar nuevos conceptos e ideas amplía nuestra mente hacia nuevos ámbitos de la conciencia. Es esencial entender que los eventos que están teniendo lugar en nuestro mundo no son un resultado aleatorio y sin sentido. Todo ocurre debido a un propósito especifico. La humanidad está pasando por un profundo proceso de despertar a nuevos conocimientos acerca de la naturaleza de la existencia. ¿Podemos recordar las veces que nuestra atención ha sido cautivada por una serie de fascinantes sincronicidades sorprendentes o un conjunto de eventos capaces de cambiar la vida? En todo el cosmos, el esquema de la existencia está intrincadamente planeado y, al mismo tiempo, espontáneamente libre para desarrollarse y cambiar. A nosotros nos ocurre lo mismo. Los parámetros de la realidad 3D son parte de una realidad mucho más amplia que está conectada e interrelacionada con nuestro mundo. La conciencia de muchas formas y tamaños se funde para construir pensamientos y acuerdos colectivos de cooperación que, de hecho, sostienen y ayudan a nuestro mundo. Nosotros funcionamos gracias a acuerdos de conciencias, al mismo tiempo que nuestro origen procede de ellos. Nos expandimos, atravesamos y construimos «todo lo que es» con cada respiración y cada pensamiento que tenemos.
Los parámetros de una civilización son ensoñaciones materializadas desde los reinos espirituales gracias a la imaginación colectiva de todos los participantes. En el estado de la realidad no física, una estructura de energía se crea para sostener y contener el ideal colectivo. La energía que puede dirigirse, modelarse y formarse de cualquier manera tiene un potencial ilimitado. Las civilizaciones se manifiestan con muchas intenciones y propósitos diferentes y están basadas en un acuerdo entre sus diseñadores y constructores. No venís al mundo sin contribuir a su diseño y continuamente estamos influyendo e interactuando con la estructura no física de nuestra actual civilización mediante un proceso de telepatía celular. También estamos interactuando telepáticamente con otras estructuras de la realidad diseminadas a través del tiempo. Nuestra actual civilización, al igual que todas las realidades, se compone de energías estructuradas localizadas en una banda de frecuencias como si se tratara de una estación radiofónica que emite su programación desde un punto determinado. La frecuencia define y enmarca el propósito y mantiene la continuidad de todas las versiones de la realidad.
La realidad física es un modelo de cooperación creativa concebida en los reinos de la inteligencia espiritual. Un tesoro de conciencia en un estado no físico de ser organiza, planea, diseña y cuida la semilla, o heliografía, de la realidad física. En el mundo físico, las formas de pensamiento e ideas con respecto a la realidad se reciben telepáticamente de la conciencia que nutre y materializa la realidad física. Pensamientos e ideas se entretejen a través de gran cantidad de realidades y viajan sobre los rayos de luz que son visibles, al igual que los rayos del sol, y señales de luz de radiaciones cósmicas de muy altas frecuencias, como los rayos gamma que no podemos ver. Ideas para el mantenimiento físico de nuestra civilización son transmitidas continuamente mediante rayos de luz desde una dimensión a otra. Las actuales estructuras de la civilización (carreteras, edificios, combustible, agua, líneas de comunicación. sistemas legales, comercio, aprendizaje, agricultura y las bellas artes) son las manifestaciones resultantes de heliografías no físicas. Estas estructuras físicas crean un anfiteatro, o plataforma, de realidad desde la cual la vida terrestre puede ser explorada.
Nuestra identidad, que, por naturaleza, es física y no física, abarca muchas realidades, y nosotros hemos sido entrenados y animados a ignorarlas.
Cada era soporta una influencia de enormes fuerzas cósmicas que transmiten y transfieren energía a la estructura de la civilización. Nuestra identidad, que, por naturaleza es física y no física, abarca muchas realidades, y nosotros hemos sido entrenados y animados a ignorarlas. Los cielos siempre han captado la atención de la humanidad y muchas culturas antiguas observaron el cielo para confirmar que cada ser vivo tiene una conciencia por sí mismo, y que la existencia está sometida a determinadas leyes cósmicas. Vivir y trabajar en armonía con esas leyes se consideró tan natural y esencial como respirar. La presencia de patrones y ciclos reveló una realidad que implicaba la existencia de un creador y las actividades en los cielos fueron observadas y estudiadas precisamente por esta razón por todas las culturas y civilizaciones de la Tierra. Las órbitas majestuosas y llamativas del Sol, de la Luna, de los planetas y de las estrellas ofrecían un importante conocimiento con respecto a los misterios de la vida, especialmente para aquellos que descodificaron las capas de la verdad que se ocultaba, tal y como afirma el dicho, «como es arriba, es abajo».
Muchos de nuestros ancestros cultivaron la creencia en una inherente conexión entre los dominios celestes y la vida en la Tierra. La palabra astro procede del término que en griego se utiliza para estrella, y existió un tiempo en el que la actual ciencia de la astronomía, que trabaja con el universo material y que está más allá de la atmósfera de la Tierra, y el arte de la astrología basada en la interpretación de la influencia que pueden tener los cuerpos celestes en los asuntos humanos, fueron lo mismo. Este conocimiento está profundamente enraizado en Mesopotamia, la tierra entre los ríos Tigris y Eufrates, donde apareció una civilización perfectamente estructurada hace 6.000 años, y se manifestó espontáneamente de la noche a la mañana. Este territorio que hoy en día está situado dentro del país llamado Iraq es considerado por los historiadores como la cuna de la civilización. Cuando Bagdad, la antigua capital y el centro cultural de Iraq, fue ocupada durante la guerra de la primavera de 2003, el frenético saqueo produjo la destrucción y la desaparición de objetos de valor incalculable que representaban casi siete mil años de historia. A la luz de semejante destrucción, resulta más que interesante constatar que los antiguos propietarios de estas tierras miraron al cielo con gran congoja y respeto, ya que, según ellos, aquellos que procedían de las estrellas les habían enseñado los misterios de la existencia.
Muchos de nuestros ancestros cultivaron la creencia en una inherente conexión entre los dominios celestes y la vida en la Tierra. La palabra astro procede del término que en griego se utiliza para estrella, y existió un tiempo en el que la actual ciencia de la astronomía, que trabaja con el universo material y que está más allá de la atmósfera de la Tierra, y el arte de la astrología basada en la interpretación de la influencia que pueden tener los cuerpos celestes en los asuntos humanos, fueron lo mismo. Este conocimiento está profundamente enraizado en Mesopotamia, la tierra entre los ríos Tigris y Eufrates, donde apareció una civilización perfectamente estructurada hace 6.000 años, y se manifestó espontáneamente de la noche a la mañana. Este territorio que hoy en día está situado dentro del país llamado Iraq es considerado por los historiadores como la cuna de la civilización. Cuando Bagdad, la antigua capital y el centro cultural de Iraq, fue ocupada durante la guerra de la primavera de 2003, el frenético saqueo produjo la destrucción y la desaparición de objetos de valor incalculable que representaban casi siete mil años de historia. A la luz de semejante destrucción, resulta más que interesante constatar que los antiguos propietarios de estas tierras miraron al cielo con gran congoja y respeto, ya que, según ellos, aquellos que procedían de las estrellas les habían enseñado los misterios de la existencia.
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