miércoles, 29 de junio de 2011

ABRAZOTERAPIA, PARA ALIMENTAR CUERPO Y ALMA


El contacto físico no es sólo algo agradable, es necesario. La investigación científica apoya la teoría de que la estimulación por el contacto es primordial para el bienestar físico-emocional.    

Con diversos experimentos se ha demostrado que el contacto físico nos hace ver con mejores ojos nuestra propia persona y nuestro ambiente. Ahuyenta la soledad. Aquieta los miedos. Abre la puerta de los sentimientos. Demora el envejecimiento; los abrazantes se mantienen jóvenes por más tiempo. Ayuda a dominar el apetito; comemos menos cuando nos alimentamos con abrazos... y cuando tenemos los brazos ocupados en estrechar a los demás. Alivia las tensiones. Combate el insomnio. Mantiene en buen estado los músculos de brazos y hombros. Es un ejercicio de estiramiento para los de poca estatura. Es un ejercicio de flexión para los altos. Ofrece una saludable alternativa ante la promiscuidad. Representa una alternativa saludable y sin riesgo ante el alcohol y otras adicciones. Hace más felices los días felices. Hace soportables los días insoportables. Imparte sentimientos de arraigo. Llena los vacíos de la vida. Continúa ejerciendo efectos benéficos aun después de la separación. El abrazo terapéutico es un proceso de curación mutua.    
En realidad, abrazante y abrazado desempeñan papeles intercambiables. Como abrazoterapeuta, uno está abierto al niño que lleva adentro, necesitado de amor, seguridad, apoyo, cariño y juegos, en tanto se ofrece a las mismas necesidades por parte del otro. El abrazoterapeuta no juzga ni culpa. Pero sabe reconocer que muchos de nosotros, en nuestra poco amable sociedad, no hemos aprendido a pedir el apoyo emocional que necesitamos. Si desde la Infancia han escaseado el amor o el apoyo (o los juegos) tal vez nos sintamos heridos. Los abrazoterapeutas no pueden resolver todos estos problemas, pero sí respetar los conflictos y ofrecer comprensión, risas, palabras suaves y abundantes abrazos. La abrazoterapia no es sólo para los solitarios y los doloridos. También da mayor salud al saludable, más felicidad al feliz y el más seguro entre nosotros se sentirá aun más seguro. El abrazo es para todos. El precio de abrazar es el riesgo de que nuestro abrazo sea rechazado o mal interpretado. A muy corta edad, somos abiertos por naturaleza. Queremos dar amor y contacto físico, tanto como ser amados y tocados. Si nos vemos privados de amor y contacto, nos tornamos mal dispuestos a pagar los aranceles de vulnerabilidad. El amor retenido puede convertirse en dolor. Los abrazoterapeutas ayudan a aliviar ese dolor. Cuando nos arriesgamos a un abrazo afirmamos nuestra maravillosa capacidad de compartir. Cuando nos volcamos hacia afuera y tocamos a otros, estamos en libertad de descubrir la compasión, junto con la capacidad de alegría, que existe en todos nosotros. Según vamos transformándonos en abrazantes más espontáneos y descubrimos tales riquezas interiores, el precio comienza a parecernos relativamente bajo.


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