martes, 24 de mayo de 2011

LA MEDITACIÓN


Una de las cosas más importantes, aún para los estudiantes más sinceros, es la necesidad de darle tiempo a la meditación por la mañana o por la noche, la de aquietar la actividad exterior para que la Presencia Interior pueda surgir sin obstrucción.
Meditar significa realmente sentir la activa Presencia de Dios, por eso cuando se entra en meditación no debemos arrastrar con nosotros todas las perturbaciones que nos han atacado hasta el momento.
Hay que quitar conscientemente del sentimiento y de la atención todo aquello que pueda perturbar, pues es una actitud para sentir la Presencia de Dios y no para resolver todas las molestias.

Atraemos hacia nosotros aquello en lo que se medita, por lo cual vemos la importancia de meditar en aquello que nos eleva.

Se nos ha enseñado que meditar en un Maestro de Luz es atraer su Conciencia Maestra Ascendida enriqueciendo con Ella nuestra conciencia, nos unificamos con el Maestro y absorbemos sus cualidades y bendiciones particulares, así mismo si meditamos en nuestra Divina Presencia estaremos atrayendo Su Luz, Su Paz incorporando Su Perfección en Su templo humano.

La meditación requiere silencio externo e interno, quietud interna y externa, concentración para sostener el rayo de la atención en el objetivo de nuestra meditación y su práctica redundará en mentes más claras, ordenadas, abiertas e iluminadas; sentimientos más serenos, calmados, esto se reflejara en nuestros movimientos más armoniosos y aprenderemos a sostener el canal abierto a través del cual pueda fluir sin obstrucción la guía de lo superior, evitándonos el cometer nuevos errores. Es un camino muy directo hacia el auto-control.

La falta de meditación es realmente un freno en la evolución, ya que debe siempre acompañar a la acción en forma equilibrada.
Si meditamos en todo lo que es Luz, atraemos esa Luz a nuestras vidas y mundos; de igual forma si meditamos en los tan llamados problemas estamos permitiendo que crezcan y el sentido común nos dirá que es lo que nos conviene hacer.

Meditar no es pedir, orar o demandar, es abrirse a recibir, es soltar lo humano en busca de lo Divino, es buscar el contacto con Dios y Sus mensajeros, es abrir la copa de la conciencia para que sea llenada con lo que lo humano necesite para caminar de regreso al Hogar, es forjar el sendero que nos conecte en " línea directa" con la Fuente de toda solución y bienestar.

Aprender a hacer de esto una disciplina es nuestro entrenamiento, hasta que disfrutemos de este íntimo encuentro con nuestro Verdadero Ser.


“Yo Soy, lo que Yo Soy, junto a mi Divina Presencia”



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